Reseña: La casa de los mil pasillos

 

Título: La casa de los mil pasillos

Trilogía: Howl 3

Autora: Diana Wyne Jones

Páginas: 304

Publicación de esta edición: 2018 (original de 2008)

Editorial: Nocturna

Género: Fantasía, Juvenil

SINOPSIS

En la ciudad de High Norland, la joven Charmain Baker pasa sus días con la nariz siempre metida en algún libro. Cuando su familia la envía a la casa de un pariente mago, ella parte emocionada por vivir al fin su propia aventura. Pero a su llegada se topa con un confuso laberinto de habitaciones extrañas, un aprendiz sin maestro e infinidad de criaturas singulares. Para colmo, pronto se ve involucrada en una misión del rey por la que acude una intimidante bruja llamada Sophie. En definitiva, algo para lo que ningún libro la había preparado.

OPINIÓN

Y aquí llega la tercera y última parte de esta trilogía que me ha estado gustando mucho. 

En esta ocasión nos situamos en High Norland, un país al este de Ingary, y ya han pasado dos años desde lo sucedido en los libros anteriores. 

Esta vez nuestra protagonista es una adolescente llamada Charmain que toda su vida ha estado entre algodones. Lo único que ha hecho (y lo único que sabe hacer) es pasarse el día entero leyendo. Así que cuando de un día para otro se ve sóla en la casa de su tío abuelo William, un gran mago de High Norland al que no conoce, no sabe qué hacer: no sabe cocinar, no sabe limpiar y sobre todo no sabe hacer magia, porque su madre le ha enseñado que hacer todas esas cosas no es respetable. Así que Charmain, ante la más mínima dificultad o problema lo soluciona cogiendo un libro y ponerse a leer.

Esto cambia cuando llega un nuevo personaje que, aunque es torpe y hay cosas que no sabe hacer, sabe sobrevivir mucho mejor que Charmain y ella, muy a su pesar, no le queda más remedio que aprender. Además, Charmain se verá involucrada en misterios y problemas de la familia real (la parte más emocionante de todo el libro). 

Lo cierto es que al principio el libro se me ha hecho algo lento y más de una vez me han dado ganas de coger a Charmain y enseñarle lo que su madre le ha negado durante tanto tiempo. El libro empieza a mejorar cuando llega este nuevo personaje, Peter, pero la mejor parte es sin duda cuando hace su aparición nuestra Sophie y sobre todo Howl.

¿Os acordáis que en la reseña de El castillo ambulante os dije que Howl me parecía que tenía una personalidad que le hacía parece un niño pequeño?

Bien, pues aquí lo demuestra, literalmente jajajaja Me ha encantado y no os hacéis una idea de lo mucho que me he reído con él. 

La casa de los mil pasillos se me ha hecho bastante similar al primer libro: Una joven que, se supone, no sabe hacer magia, la casa de un mago que no es como cualquier otra casa, un joven mago aprendiz algo torpe… 

La autora ha cogido el mismo esquema de El castillo ambulante y lo ha cambiado lo suficiente para crear una nueva historia (siempre conectada con los libros anteriores). 

Esta vez, la casa del mago vuelve a ser diferente por dentro que por fuera, no tiene las dimensiones que se supone debe tener y no todas las puertas dan a donde se supone que deben ir. La diferencia es que mientras la casa de Howl era normal por dentro, pero aparentaba ser un catillo en continuo movimiento por fuera; la casa que debe cuidar y vivir temporalmente Charmain es normal y pequeña por fuera pero por dentro es lo contrario. Es más, para ir a ciertos sitios hay que dar vueltas, girar a un lado o a otro… 

La verdad es que me habría gustado que explorasen más la casa, que se mostrasen más habitaciones y secretos de la casa, aunque lo que ya nos cuenta es emocionante (cuando deja de parecer una historia floja). 

Y los tres libros tienen algo en común a parte de Howl, y es que en todos ellos hay un perro. Un pequeño detalle que puede parecer poco importante, pero es un detalle que me ha encantado y que en La casa de los mil pasillos cobra la importancia que se merecen estos compañeros de aventuras. 

Y por supuesto, esta vez también nos deja un mensaje, sobretodo para esos padres que sobreprotegen a sus hijos impidiéndoles hacer las tareas de la casa o aprender a sobrevivir por su cuenta por miedo a que se hagan daño o que demuestren que son capaces de crecer y sobrevivir sin ellos. La autora nos muestra lo perjudicial que puede llegar a ser esa actitud y lo perjudicial que es que los jóvenes prefieran no hacer nada ante el más mínimo problema y que prefieran una vida de comodidades (dicho de forma clara: ser unos vagos porque es lo que les han enseñado a ser). 

También lanza un mensaje a los jóvenes y es que ser vago, arrogante y mal educado no te llevará a ninguna parte, al contrario, sólo te puede causar cada vez más problemas, muchos de ellos innecesarios. 

Ya cuando quedan pocos capítulos para acabar, ocurre algo que te mantiene con el corazón en un puño, deseando que lo que parece que ha pasado no sea cierto. 

Y en cuanto al final, bueno, se mantiene en la misma línea que los anteriores. La historia queda cerrada, aunque perfectamente podría haber tenido una cuarta parte si Diana Wyne Jones hubiera querido (y yo lo habría leído también).